viernes, 3 de mayo de 2013

Cuando una foto te parte el alma.

Artículo de la periodista Carme Chaparro, haciendo referencia al partido de seminfinales de Champions del pasado 30 de abril.

"Era la hora de máxima audiencia.

El momento en el que media España estaba pegada al televisor para ver si el Real Madrid conseguía remontar y pasar a la final de la Champions (mientras la otra media esperaba que los alemanas siguieran con rodillo aplasta merengues). No se hablaba prácticamente de otra cosa. 

Son esos momentos en los que la fiebre futbolera hace olvidar tantas cosas. El país se paraliza. Todo lo que no sea futbol se deja en stand by.

Entonces me llega esta imagen. La cuelga en tweeter Pepa (@Pepa_TVAE) una compañera del programa de Cuatro "Te vas a enterar".



Dos indigentes atisbando el partido desde la calle, asomados como intrusos al interior de un bar, oteando por la rendija de una cortinilla sin atreverse a entrar. Quizá porque sabían, porque tenían ya interiorizado, que su sitio y su casa era ese, la calle, y se creyeran sin derecho a un rinconcito de calor y paz. 

Y puede que fuera casualidad, pero quizá no, y una mano piadosa viéndolos tras el cristal abriera las cortinas justo ese pequeño resquicio para permitirles otear un poquito de felicidad en forma de balón. La medida exacta para cuatro pares de ojos y una ilusión. 

Puede que ellos sólo vieran eso, 22 tipos corriendo tras un balón. O puede que vieran algo más: el calor que hacía dentro del bar, los cafecitos calientes que estaban en alguna mesa, o las cervezas fresquitas con un pincho de tortilla que se veían en otras. Puede que les entrara frío, y sed, y hambre. O puede que no y que sólo tuvieran ojos para el futbol y pensamientos para la remontada. 

En cualquier caso, ellos no se creían con derecho a estar ahí dentro. ¿Por qué no? ¿Tanto nos hemos deshumanizado?

No sé cómo acabaría la historia. Quiero pensar que alguien les invitó a entrar. Alguien que pensó que su sitio no estaba en la calle, sino dentro. Alguien que pensó que aunque la vida les hubiera llevado a una acera, seguían siendo personas."
Carme Chaparro

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